Interview de Carmen Boullosa

Mi abuela materna era una narradora oral impar. Autodidacta, fue en su casa donde pasé buena parte de mi temprana infancia también en convivencia con mi abuelo materno ya muerto, y con su mamá y abuela...

Photo: Mike Wallace

03 Nov 2023

Orígenes


1.- ¿Cómo puede definirse dentro de su trayectoria como artista ?
Hija de la raíz que fue mi abuela materna, he recuperado otras raíces, otros rizomas y ramas mutilados pero vivos, míos por orden raizal. Son mi origen.
2.- ¿Qué le gustaría contarnos y compartir sobre sus orígenes, su presencia, su participación, su rol y porque no su ausencia en su carrera artística?
Mi abuela materna era una narradora oral impar. Autodidacta, fue en su casa donde pasé buena parte de mi temprana infancia también en convivencia con mi abuelo materno ya muerto, y con su mamá y abuela. En esa casa había libros para mí. Más mi papá era un gran lector, y mi mamá, como él, estudiante universitaria. Todo eran libros: eran mi mundo, y divertido y benéfico. Toqué tierra literaria en los tempranos setentas como joven escritora en la ciudad de México efervescente y genial. Cierto que no conocí en persona a Rosario Castellanos, era Embajadora de México en Israel. La poeta Griselda Álvarez, Senadora (primera Gobernadora de un estado en México), Inés Arredondo estaba absorta en sus conflictos, respaldada por el brillo de una obra. Leí a Elena Poniatowska (su -testimonio convocó los ojos sobre la masacre del 68), pero no me encontré con ella adolescente. Sor Juana ya era reina, como Frida Kahlo: reinas incomodísimas para la media, pero no para mí, como no lo era Remedios Varo. Pronto, muy pronto, conocí y tuve cerca a Jesusa, de Magali Lara, de Liliana, a Maris Bustamante, a Mónica Mayer, a Rowina Morales, a Jani Pecanins, casi pisándonos los talones pero precediéndonos, generosas Helen Escobedo, Rita Eder, Teresa del Conde, y Raquel Tibol. Se abría un abanico. Antes aún, conocí y traté para mi suerte a Coral Bracho, a Verónica Volkow... Suman un número importante de poetas mujeres, y con Elsa Cross, Fraire, Ulalume, Julieta Campos. Ya eran nuestras las arribadas con el exilio huyendo de la Operación Cóndor, Ida Vitale, Tununa Mercado. Argentina, Uruguay, Chile (Marieliana Montaner), más Suramérica... Un imán nuestro: la patria, muy matria, nos inducía. Más había un mundo, paradójicamente más accesible, de grandísimos escritores: Arreola, García Ponce, Tomás Segovia, y pronto Octavio Paz: nos bienvenían a las escritoras mujeres.
Sobre todo me recibía un mundo libertario, pero que era al mismo tiempo el de una bestial y cruenta Guerra Sucia, oculta pero presente en las vibraciones.

3.- ¿Posees algún objeto, algo preciado presente en tu vida que pueda simbolizar tus orígenes? ¿Cuál sería?
Una tableta de chocolate, hecha con los granos de la mazorca verde (fresca) de cacao que llegó a la casa de mi abuela en Santa María la Ribera en la ciudad de México, provenía de la tierra de su infancia, las cercanías de Comalcalco en Tabasco. La mazorca había escapado del tráfico comercial, secado, tostado (dorado) y molido por ella, con las huellas de sus dedos, aún. Acompaño fotografía que acabo de tomar: esa tablilla, en la que apenas se pueden ver las huellas de sus dedos, aún tiene el perfume fresco del cacao. Es mi remedio mayor para la melancolía.
4.- Hoy en día, ¿cómo te planteas tus identidades culturales? 
Lo mismo que en mi infancia: hija de mi abuela, de mis bisabuelas, de una bisa-tatarabuela, Ricarda Berruecos, que nunca pudo publicar su libro de poemas (yo tengo el manuscrito), de su sobrina, Ángela Icaza, pintora. Vengo del méxico católico, reaccionario, cosmopolita y aislado, también del México vasconcelista. Más profundo, provengo del cacao que cultivaron y mercaron mis ancestras, y de la cochinilla que ordeño la familia de mi bisabuela materna por su papá, y de las Filipinas, con quienes comerciaron los tatarabuelos de mi papá, y de la península Ibérica, de vascos y de castellanos.
El orden que propongo es injusto. Más preciso sería decir: soy hija del cacao del Soconusco, del azúcar - que los mercaderes en mi familia suplieron para poder vender ese amargo chocolate-, de su tráfico con Filipinas, de su comercio con Cádiz, de la familia materna de mi abuelo materno... No tengo cómo desembarazarme de ellos.
Mi historia personal - mis abuelas borradas pero visibles las más, las casas proviniendo de las orillas de dos océanos, y de honda raíz local: eso soy yo: eso es México.




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